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El hornazo de mi madre
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Mi madre lleva preparando a diario decenas de hornazos, cientos al año y miles en la última década. No lleva un contador, los datos me los he inventado pero sus manos si que lo llevan. Ella es la que prepara la masa y elabora cada hornazo uno a uno de manera completamente artesanal.
Hasta hace unos años, sólo vendía hornazos clásicos de hojaldre y triunfaban muchísimo durante todo el año, no sólo el lunes de aguas. Pero el lunes de aguas a nosotras, sus hijas, nos preparaba siempre nuestro hornazo favorito: el hornazo de masa dulce. Era un coñazo para ella, después de preparar, empaquetar y vender cientos de hornazos ese día, sacaba tiempo para prepararnos a nosotras el nuestro. Sabía que era nuestro favorito y si no lo preparaba sabía que lo echaríamos de menos. Por supuesto, no se lo pedíamos pero ella sabía que nos encantaba y nos lo preparaba de mil amores.
Hace unos años, fui a pasar Semana Santa a Salamanca con mis padres. Eso significa, estar en la tienda y echar una mano. Aunque casi siempre la mejor mano que podemos echar mi hermana y yo es nuestra compañía. Eso es así. Pero esa vez busqué la receta de la masa del hornazo dulce entre sus miles de cuadernos de recetas escritas a mano. No fue una tarea fácil, ella tiene controlado todo ese caos de papeles pero para mí fue un poco más complicado dar con ella. Cuando la encontré le propuse a mi madre un plan. Al principio pensaba que me iba a mandar directamente a la mierda, son días de mucho jaleo y no está la cosa para innovar. Sin embargo, mi madre confió en mi idea. Nos pusimos mano a mano a preparar la masa de hornazo dulce pero doblando las cantidades. El reto era preparar un montón para poder vender su hornazo estrella en la tienda ¡El favorito de sus niñas!
El resultado fue INCREÍBLE: la masa quedó perfecta, juntas habíamos conseguido que pudiera hacer su hornazo a lo grande. Celebramos ese triunfo elaborando juntas un montón de hornazos de masa dulce. La respuesta fue brutal: al día siguiente desaparecieron de la tienda todos los hornazos. Lo reconocemos, nuestros hornazos no parecen recién salidos de una revista. No son los más bonito, cada uno tiene una forma diferente pero porque cada uno está amasado a mano. No hay nada industrial en el proceso. Lo único que hay en cantidades industriales es el MIMO que le pone mi madre.
¿A qué sabe nuestro hornazo? Sabe a cariño, tiene un toque crujiente de tradición familiar y huele a recién hecho pero sobre todo: ¡está cojonudo! No se parece a nada de lo que hayas probado antes, este es especial: Es el hornazo de mi madre.
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El hornazo de mi madre
Mi madre lleva preparando a diario decenas de hornazos, cientos al año y miles en la última década. No lleva un contador, los datos me los he inventado pero sus manos si que lo llevan. Ella es la que prepara la masa y elabora cada hornazo uno a uno de manera completamente artesanal.
Hasta hace unos años, sólo vendía hornazos clásicos de hojaldre y triunfaban muchísimo durante todo el año, no sólo el lunes de aguas. Pero el lunes de aguas a nosotras, sus hijas, nos preparaba siempre nuestro hornazo favorito: el hornazo de masa dulce. Era un coñazo para ella, después de preparar, empaquetar y vender cientos de hornazos ese día, sacaba tiempo para prepararnos a nosotras el nuestro. Sabía que era nuestro favorito y si no lo preparaba sabía que lo echaríamos de menos. Por supuesto, no se lo pedíamos pero ella sabía que nos encantaba y nos lo preparaba de mil amores.
Hace unos años, fui a pasar Semana Santa a Salamanca con mis padres. Eso significa, estar en la tienda y echar una mano. Aunque casi siempre la mejor mano que podemos echar mi hermana y yo es nuestra compañía. Eso es así. Pero esa vez busqué la receta de la masa del hornazo dulce entre sus miles de cuadernos de recetas escritas a mano. No fue una tarea fácil, ella tiene controlado todo ese caos de papeles pero para mí fue un poco más complicado dar con ella. Cuando la encontré le propuse a mi madre un plan. Al principio pensaba que me iba a mandar directamente a la mierda, son días de mucho jaleo y no está la cosa para innovar. Sin embargo, mi madre confió en mi idea. Nos pusimos mano a mano a preparar la masa de hornazo dulce pero doblando las cantidades. El reto era preparar un montón para poder vender su hornazo estrella en la tienda ¡El favorito de sus niñas!
El resultado fue INCREÍBLE: la masa quedó perfecta, juntas habíamos conseguido que pudiera hacer su hornazo a lo grande. Celebramos ese triunfo elaborando juntas un montón de hornazos de masa dulce. La respuesta fue brutal: al día siguiente desaparecieron de la tienda todos los hornazos. Lo reconocemos, nuestros hornazos no parecen recién salidos de una revista. No son los más bonito, cada uno tiene una forma diferente pero porque cada uno está amasado a mano. No hay nada industrial en el proceso. Lo único que hay en cantidades industriales es el MIMO que le pone mi madre.
¿A qué sabe nuestro hornazo? Sabe a cariño, tiene un toque crujiente de tradición familiar y huele a recién hecho pero sobre todo: ¡está cojonudo! No se parece a nada de lo que hayas probado antes, este es especial: Es el hornazo de mi madre.